Sonrrie o muere Barbara Ehrenreich
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Los norteamericanos son gente “positiva”. Esa
es su fama, y esa es también la imagen que tienen
de sí mismos. Sonríen mucho y se quedan
desolados cuando alguien de otra cultura no les
devuelve la sonrisa. Como reza el estereotipo, son
enérgicos, animados, optimistas y superficiales,
mientras que, casi seguro, a ellos un extranjero les
debe parecer sutil, un poco de vuelta de todo y
hasta algo decadente. Los escritores
norteamericanos que han vivido fuera, como Henry
James o James Baldwin, se las han tenido que ver
con el estereotipo; aunque a veces han contribuido
a reforzarlo. Yo misma me topé con él en la
década de 1980, cuando le oí decir a Joseph
Brodsky, el poeta ruso exiliado, que el problema
de los norteamericanos es que “nunca han
conocido el sufrimiento” (debía de ignorar quiénes
inventaron el blues). Tanto para quien lo ve como
algo vergonzoso como para quien lo lleva a gala,
la actitud positiva
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