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jueves, 17 de septiembre de 2020

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viernes, 24 de abril de 2015

La Hija bastarda de dios Monica Martin Manso

La Hija bastarda de dios Monica Martin Manso
formato PDF
Hospeda: mediafire

Empecé a escribir este libro el 9 de noviembre de 2010,
siguiendo el sinuoso camino que me iba marcando uno de los
mayores secretos de tantos como posee el cristianismo. Hace
unos meses salió a la luz una Biblia descubierta en Turquía,
de más de 1500 años de antigüedad. Este supuesto texto
sagrado es motivo de preocupación para el Vaticano, que ha
pedido a las autoridades turcas que permitan a los peritos de
la Iglesia evaluar su contenido, pues ya hay quienes aseguran
que es original, y eso pondría su enorme imperio en un grave
apuro, un jaque mate desestabilizador y terminante. El hilo
argumental de esta novela, ajena a tan revelador hallazgo
cuando dio sus primeros pasos, roza la esencia más pura
dogmatizada en este canon bíblico, descubierto en el año
2000 y mantenido hasta el día de hoy en la más absoluta
clandestinidad en el Museo Etnográfico de la ciudad de
Ankara.
Desde aquí insto a los lectores a hacerse algunas
preguntas: ¿Qué ocurriría si una creencia religiosa con más
de dos mil millones de devotos en el mundo estuviera
cimentada en una mentira? ¿Qué sucedería si se demostrara
que la mayor profecía del mundo no se ha cumplido? ¿Y si la
mentira estuviera más arraigada que Dios mismo?

Sonrrie o muere Barbara Ehrenreich

Sonrrie o muere Barbara Ehrenreich
formato PDF
hospeda Mediafire

Los norteamericanos son gente “positiva”. Esa
es su fama, y esa es también la imagen que tienen
de sí mismos. Sonríen mucho y se quedan
desolados cuando alguien de otra cultura no les
devuelve la sonrisa. Como reza el estereotipo, son
enérgicos, animados, optimistas y superficiales,
mientras que, casi seguro, a ellos un extranjero les
debe parecer sutil, un poco de vuelta de todo y
hasta algo decadente. Los escritores
norteamericanos que han vivido fuera, como Henry
James o James Baldwin, se las han tenido que ver
con el estereotipo; aunque a veces han contribuido
a reforzarlo. Yo misma me topé con él en la
década de 1980, cuando le oí decir a Joseph
Brodsky, el poeta ruso exiliado, que el problema
de los norteamericanos es que “nunca han
conocido el sufrimiento” (debía de ignorar quiénes
inventaron el blues). Tanto para quien lo ve como
algo vergonzoso como para quien lo lleva a gala,
la actitud positiva

Las enseñanzas de don Juan Carlos Castañeda

Las enseñanzas de don Juan Carlos Castañeda
formato: pdf
hospeda mediafire

DURANTE el verano de 1960, siendo estudiante de antropología en la Universidad de California, los Ángeles, hice varios viajes al suroeste para recabar información sobre las plantas medicinales usadas por los indios de la zona. Los hechos que aquí describo empezaron durante uno de mis viajes. Esperaba yo un autobús Greyhound en un pueblo fronterizo, platicando con un amigo que había sido mi guía y ayudante en la investigación. De pronto se inclinó hacia mí y dijo que el hombre sentado junto a la ventana, un indio viejo de cabello blanco, sabía mucho de plantas, del peyote sobre todo. Pedía mi amigo presentarme a ese hombre.
Mi amigo lo saludó, luego se acercó a darle la mano. Después de que ambos hablaron un rato, mi amigo me hizo seña de unírmeles, pero inmediatamente me dejó solo con el viejo, sin molestarse siquiera en presentarnos. El no se sintió incomodado en lo más mínimo. Le dije mi nombre y él respondió que se llamaba Juan y que estaba a mis órdenes. Me hablaba de "usted". Nos dimos la mano por iniciativa mía y luego permanecimos un tiempo callados. No era un silencio tenso, sino una quietud natural y relajada por ambas partes. Aunque las arrugas de su rostro moreno y de su cuello revelaban su edad, me fijé en que su cuerpo era ágil y musculoso.
Le dije que me interesaba obtener informes sobre plantas medicinales. Aunque de hecho mi ignorancia con respecto al peyote era casi total, me descubrí fingiendo saber mucho, e incluso insinuando que tal vez le conviniera platicar conmigo. Mientras yo parloteaba así, él asentía despacio y me miraba, pero sin decir nada. Esquivé sus ojos y terminamos por quedar los dos en silencio absoluto. Finalmente, tras lo que pareció un tiempo muy largo, don Juan se levantó y miró por la ventana. Su autobús había llegado. Dijo adiós y salió de la terminal.
Me molestaba haberle dicho tonterías, y que esos ojos notables hubieran visto mi juego. Al volver, mi amigo trató de consolarme por no haber logrado algo de don Juan. Explicó que el viejo era a menudo callado o evasivo; pero el efecto inquietante de ese primer encuentro no se disipó con facilidad.
Me propuse averiguar dónde vivía don Juan, y más tarde lo visité varias veces. En cada visita intenté llevarlo a hablar del peyote, pero sin éxito. No obstante, nos hicimos muy buenos amigos, y mi investigación científica fue relegada, o al menos reencaminada por cauces que se hallaban mundos aparte de mi intención original.
El amigo que me presentó a don Juan explicó más tarde que el viejo no era originario de Arizona, donde nos conocimos, sino un indio yaqui de Sonora.
Al principio vi a don Juan simplemente, como un hombre algo peculiar que sabía mucho sobre el peyote y que hablaba el español notablemente bien. Pero la gente con quien vivía lo consideraba dueño de algún "saber secreto", lo creía "brujo". Como se sabe, la palabra denota esencialmente a una persona que, posee poderes extraordinarios, por lo general malignos.
Después de todo un año de conocernos, don Juan fue franco conmigo. Un día me explicó que poseía ciertos conocimientos recibidos de un maestro, un "benefactor como él lo llamaba, que lo había dirigido en una especie de aprendizaje. Don Juan, a su vez, me había escogido como aprendiz, pero me advirtió que yo debería comprometerme a fondo, y que el proceso era largo y arduo

Una realidad aparte Carlos Castañeda

Una realidad aparte Carlos Castañeda
formato pdf
hospeda: mega

HACE diez años tuve la fortuna de conocer a don Juan Matus, un indio yaqui del noroeste de México. Entablé amistad con él bajo circunstancias en extremo fortuitas. Estaba yo sentado con Bill, un amigo mío, en la terminal de autobuses de un pueblo fronterizo en Arizona. Guardábamos silencio. Atardecía y el calor del verano era insoportable. De pronto, Bill se inclinó y me tocó el hombro.
-Ahí está el sujeto del que te hablé -dijo en voz baja.
Ladeó casualmente la cabeza señalando hacia la entrada. Un anciano acababa de llegar.
-¿Qué me dijiste de él? -pregunté.
-Es el indio que sabe del peyote, ¿Te acuerdas?
Recordé que una vez Bill y yo habíamos andado en coche todo el día, buscando la casa de un indio mexicano muy "excéntrico" que vivía en la zona. No la encontramos, y yo tuve la sospecha de que los indios a quienes pedimos direcciones nos habían desorientado a propósito. Bill me dijo que el hombre era un "yerbero" y que sabía mucho sobre el cacto alucinógeno peyote. Dijo también que me sería útil conocerlo. Bill era mi guía en el suroeste de los Estados Unidos, donde yo andaba reuniendo información y especímenes de plantas medicinales usadas por los indios de la zona.
Bill se levantó y fue a saludar al hombre. El indio era de estatura mediana. Su cabello blanco y corto le tapaba un poco las orejas, acentuando la redondez del cráneo. Era muy moreno: las hondas arrugas en su rostro le daban apariencia de viejo, pero su cuerpo parecía fuerte y ágil. Lo observé un momento. Se movía con una facilidad que yo habría creído imposible para un anciano.
Bill me hizo seña de acercarme.
-Es un buen tipo -me dijo-. Pero no le entiendo. Su español es raro; ha de estar lleno de coloquialismos rurales.
El anciano miró a Bill y sonrió. Y Bill, que apenas habla unas cuantas palabras de español, armó una frase absurda en ese idioma. Me miró como preguntando si se daba a entender, pero yo ignoraba lo que tenía en mente; sonrió con timidez y se alejó. El anciano me miró y empe-zó a reír. Le expliqué que mi amigo olvidaba a veces que no sabía español.
-Creo que también olvidó presentarnos -añadí, y le dije mi nombre.
-Y yo soy Juan Matus, para servirle -contestó.
Nos dimos la mano y quedamos un rato sin hablar. Rompí el silencio y le hablé de mi empresa. Le dije que buscaba cualquier tipo de información sobre plantas, especialmente sobre el peyote. Hablé compulsivamente durante un buen tiempo, y aunque mi ignorancia del tema era casi total, le di a entender que sabía mucho acerca del peyote. Pensé que si presumía de mi conocimiento el anciano se interesaría en conversar conmigo. Pero no dijo nada. Es-cuchó con paciencia. Luego asintió despacio y me escudriñó. Sus ojos parecían brillar con luz propia. Esquivé su mirada. Me sentí apenado. Tuve en ese momento la certeza de que él sabía que yo estaba diciendo tonterías.
-Vaya usted un día a mi casa -dijo finalmente, apartando los ojos de mí-. A lo mejor allí podemos platicar más a gusto.
No supe qué más decir. Me sentía incómodo. Tras un rato, Bill volvió a entrar en el recinto. Advirtió mi desazón y no pronunció una sola palabra. Estuvimos un rato sentados en profundo silencio. Luego el anciano se levantó. Su autobús había llegado.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Los Malditos J. Jesus lemus



Los Malditos J. Jesus lemus
formato: EPUB

Hasta el día en que me absolvieron de todo cargo, fui tratado bajo el código de los que son malditos en esta cárcel, en donde se guarda a los delincuentes más peligrosos de todo el país.

      Como reo de alta peligrosidad —así fui catalogado por decisión política—, el juzgador consideró pertinente colocarme el mote de maldito y ordenó para mi persona la reeducación, que consistía en lograr por todos los medios el quebrantamiento de la voluntad, la dignidad y la esperanza, utilizando como herramientas la humillación, la vejación y los golpes...

domingo, 4 de mayo de 2014

Morir para ser yo Anita Moorjani,

Morir para ser yo Anita Moorjani,
libro PDF Epub
comprimido con win rar

NUEVA VERSIÓN ACTUALIZADA EN PDF 
Creo que las mayores verdades del universo no están ahí fuera, en el estudio de las estrellas y los planetas, sino en nuestro interior, en la magnificencia de nuestro corazón, mente y alma. Hasta que no comprendamos lo que hay dentro, no entenderemos
lo que hay fuera.

Prólogo de Wayne W. Dyer

Todo lo que se cuenta en este libro me llega directamente al corazón. Y más aún lo hace mi relación personal con Anita Moorjani, que entró en mi vida gracias a una serie de coincidencias que solo puede calificarse de divina y
Providencial.
A lo largo de más de cuatro años, el avance implacable de un cáncer llevó a Anita a las puertas de la muerte, e incluso más allá del umbral y el vestíbulo, por así decir, hasta lo más profundo de la propia morada de la muerte. Anita describe todo ese proceso minuciosamente en este libro, un libro escrito para
Conmover el alma.
Animo encarecidamente a todo el mundo a que lo lea con atención y con la mente abierta por completo, aunque en él encuentre cosas que pongan en
Cuestión alguna de sus más arraigadas creencias sobre lo que hay después de este mundo, en eso que solemos llamar «más allá». Rodeada de sus seres queridos y del equipo médico que la trataba, que esperaban que exhalara su
Último aliento en cualquier instante, Anita permanecía sumida en un coma
Profundo.
Entonces, desafiando todas las probabilidades, se le dio la oportunidad de
Volver a su cuerpo, arrasado por el cáncer, para protagonizar una curación
Increíble, propiciada únicamente por el amor incondicional.
Más que eso: volvió desde la antesala de la muerte para poder contarnos a todos cómo es la vida más allá del mundo corpóreo y, lo que es más importante, qué es lo que se siente allí.
Esta es una historia de amor, un amor inmenso e incondicional con una visión
Revolucionaria de lo que somos en realidad, de por qué estamos aquí y de
Cómo podemos superar cualquier miedo o impulso negativo que esté marcando nuestras vidas.
Anita nos habla del cáncer con una franqueza poco habitual y cuenta por qué se ha visto sometida a la dura prueba que supone la enfermedad, por qué se
ha curado y por qué ha vuelto a este mundo desde la antesala del ámbito que hay más allá. Yo, personalmente, no tengo ninguna duda de que la misión de su vida está plasmada en la crónica de esta experiencia suya que estás a punto de leer, y de que en alguna parte estaba escrito que yo tenía que ayudarla a que este mensaje crucial llegara a todo el mundo Lo que Anita descubrió durante esas veinticuatro horas en las que estuvo en coma y cruzó el umbral adentrándose en el otro ámbito, está en extraordinaria consonancia con todo lo que yo he percibido en diversos momentos de inspiración mientras escribía mis libros o daba charlas.
Ambos estamos convencidos de que la intervención divina ha movido las piezas necesarias para que esta mujer, que vivía al otro lado del planeta, en una cultura totalmente distinta a la mía, llegara hasta mí y conectara a la perfección con mi experiencia y con mi vida.
La primera vez que oí hablar de Anita fue cuando, a través de Mira Kelly (una
Mujer de Nueva York que más tarde se convirtió en mi amiga y que fue quien
Me hizo la regresión a una vida pasada, de la que hablo en mi libro Wishes
Fulfilled), me llegó una copia de una entrevista que le habían hecho a Anita sobre su experiencia cercana a la muerte (ECM). Tras leer la entrevista sentí una necesidad irresistible de hacer todo lo que estuviera en mi mano para que el mensaje cautivador que encerraban sus palabras se difundiera y llegara a todo el mundo. Llamé a Reíd Tracy, el presidente de la editorial Hay House, y le pedí que encontrara a Anita Moorjani y la convenciera para que escribiera un libro en el que narrara su experiencia con todo lujo de detalles. Y añadí que me encantaría... No, más aún, que me sentiría honrado de escribir un prólogo para el libro si ella quería embarcarse en tal proyecto.
Anita me contó que ella siente que todos nosotros somos puro amor, que no
Solo estamos conectados de alguna forma con todos los demás seres humanos y con Dios, sino que a un nivel más profundo todos somos
Dios; que hemos permitido que nuestros miedos y nuestro ego dejen a Dios
Fuera de nuestras vidas, y que eso tiene una relación directa no solo con las
Enfermedades de nuestro cuerpo, sino también con las de nuestro mundo. Me habló de aprender a atesorar nuestra magnificencia y vivir como seres de luz y amor, y también de las propiedades curativas inherentes a la mente humana.
Anita me describió cómo fue experimentar la ausencia de tiempo y espacio, y

Sentir por primera vez que la unidad es más que un concepto intelectual: que
Verdaderamente todo está ocurriendo a la vez. Me dijo que se sentía rodeada por un aura de amor puro y feliz, y que ese sentimiento ha demostrado tener un ilimitado potencial para curar. Ella vio hacerse realidad en su vida las
Palabras de Jesús: «Con Dios todo es posible», y entendió su verdadero
Significado, que lo engloba todo y no deja nada al margen, ni siquiera el
Pasado. Anita comprobó personalmente lo que yo había escrito en Wishes
Fulfilled: que ante la auténtica presencia de Dios no son aplicables las leyes
De lo material (incluidas las de la medicina].
He tenido muchas conversaciones con ella sobre lo que piensa del gran
Misterio que llamamos muerte, que es el destino de todos los seres vivos:
Todo lo material debe en algún momento perder ese estado. Todos conocemos racionalmente esta verdad, pero lo que nos espera al
Abandonar este estado sigue siendo un gran misterio.
Después de leer la entrevista de Anita, mi madre dijo que le había
Embargado una gran sensación de paz que hizo que desapareciera todo su
Miedo, ansiedad y estrés por lo que podía traer esa gran desconocida que es la muerte. De hecho, todos los que han leído lo que Anita cuenta de su experiencia cercana a la muerte, incluidos mis hijos, han sentido una esperanza renovada y han decidido que, por encima de todo, se
Van a amar a sí mismos, que intentarán atesorar su magnificencia y eliminar
Todos los pensamientos que puedan atraer enfermedades a su vida diaria.
Anita logró curar su cuerpo gracias a todo ello, y me ha comentado en
Muchas ocasiones que siente que ha vuelto para enseñar a todo el mundo
esta sencilla pero poderosa lección que no solo puede curarnos a todos, sino
También transformar el mundo entero.
Siempre he sentido que es mi deber mostrar a todas las personas su
Propia divinidad y descubrirles que lo más elevado que hay en su
Interior es el mismo Dios. Nosotros no somos estos cuerpos, ni tampoco
Nuestros logros ni nuestras posesiones; nosotros somos uno con la fuente de toda vida que es Dios. Mientras escribía todo esto en Wishes Fulfilled, Anita Moorjani llegaba a mi vida sustanciando así la culminación de todo lo que
Yo estaba sintiendo y escribiendo. Ella lo había vivido y lo contaba con
Inmensa belleza. Y ahora podemos disfrutar de la bendición de leer todo lo
Que Anita llegó a aprender en su furiosa lucha contra un cáncer muy avanzado y durante su sereno viaje de vuelta gracias a la experiencia directa de la curación divina, lo que nos brinda la oportunidad de aplicarlo en nuestras propias vidas.
Tengo el honor de trasmitir este esperanzador mensaje de que el amor es
La cura definitiva. Espero que las palabras de Anita se conviertan en un
Instrumento para eliminar todas y cada una de las enfermedades de nuestro
Cuerpo, de nuestras relaciones, de nuestro país, sea el que sea, y de nuestro
Mundo. Como dijo muy poéticamente una vez Elizabeth Barrett Browning:
«La Tierra está llena de Cielo y Dios arde en cada arbusto».
La curación y el Cielo en la Tierra están en nuestras manos y en manos
Del amor.
Disfruta de este libro verdaderamente maravilloso de Anita.
Todo mi amor está con este libro y con ella.
DOCTOR WAYNE W.
DYER Maui, Hawai, Estados Unidos






domingo, 12 de enero de 2014

El libro practico para cambiar tu vida Anton Cela

El libro practico para cambiar tu vida
Autor Anton Cela

Olvida todo lo que crees saber y lo que te han dicho. Incluso olvida lo
que tú mismo te dices. Olvida la voz dentro de ti, olvida tus emociones.
Olvida como llegaste hasta dónde estás, y hacia donde llegarás. Olvida
las preguntas y las soluciones, olvida tus apegos y tus frustraciones.
Cierra tus ojos y déjate envolver en la nada, en el silencio. No hay ideas,
palabras ni sentimientos. Sólo paz. Ahora abre los ojos y ve todo. Ya no
son tus ojos, ni tus manos, ni tu cuerpo ni tu nombre ni tu persona.
Ahora eres algo más allá de eso. Eres la consciencia, y acabas de
despertar.
¿Cuántas vidas tienen que pasar para que despiertes? Ninguna más,
estoy despierto y amo la vida. Nada más

No Dualidad David Loy


No Dualidad
Autor David Loy

Esta breve introducción me brinda la oportunidad de reflexionar sobre el
proceso de gestación de este libro y sobre la actitud con que fue recibido en su
momento. ¿Cambiaría algo si tuviera que escribirlo hoy en día? Porque el hecho
es que la importancia del tema y la inmensa cantidad de literatura existente
al respecto relativiza cualquier esfuerzo que pudiera hacerse por proporcionar
una visión global, pero no lo es menos que la perspectiva que nos
proporciona el paso del tiempo nos ayuda a damos cuenta de las cosas que podrían
ser mejoradas.
Lo cierto es que yo tenía ciertas dudas en lo que respecta a presentar demasiado
pronto el capítulo sobre percepción no-dual y el tiempo pasado desde entonces
no ha hecho más que reforzar esta resistencia. ¡Me preocupa la posibilidad
de que algunos lectores se puedan quedar atascados en ese capítulo y
abandonen la lectura! Mi ineptitud para abordar adecuadamente la complejidad
que entraña la epistemología de la percepción puede hacer que el lector se pierda
con facilidad. Pero los comentarios que he recibido a este respecto han sido,
por el contrario, mucho más concretos. Como afirman algunos estudiosos del
vedánta -y también recalca, por cierto, el texto- el advaita no habla de nada
que se asemeje a la percepción no-dual, pero ello no refuta la afirmación fundamental
del capítulo 2 sobre el vedánta, es decir, que la visión de la experiencia
del nirvikalpa en tanto que percepción no-dual echa luz sobre muchas de las
afirmaciones realizadas por el advaita acerca de Brahman y que la incapacidad
de aceptar este punto pone precisamente de relieve el problema central del advaita,
su incapacidad para comprender la relación existente entre maya (el locus
de la percepción) y nirguna Brahman (la ausencia de percepción).
Dicho en otras palabras, la principal dificultad del capítulo 2 estriba en que
la búsqueda de una Realidad incondicionada «más allá» de los conceptos soslaya
el hecho esencial

Simplemente Simple yo soy Yesand

Simplemente soy
Autor Yesand

simplemente simple, es la expresión de la vida contenida en un instante,
un intenso punto de luz manifestado en la nada, en el espacio, en el silencio
 mientras el que  YO SOY, es, fue y sera por siempre, nada queda fuera de el
nada escapa de su dominio, integra cuanto existe de toda forma, ser, dimensión y tiempo.

SOLO UN ENVASE TOTALMENTE VACIÓ PUEDE SER TOTALMENTE LLENADO

sábado, 14 de septiembre de 2013

Escusas para no pensar Eduardo Punset


Cualquier excusa es buena para pensar que lo que conviene a una persona no sólo es conveniente, sino lo más conveniente. Nos agarramos indefectiblemente a esa excusa para no tener que pensar innovando o cambiando de opinión. Es sabido que el cerebro recurre a mil triquiñuelas para que no nos demos con la cabeza en la pared. Lo que le importa no es la búsqueda de la verdad sino sobrevivir. Y si para ello es mejor no pensar o seguir pensando como antes, pues tiene una excusa maravillosa para no pensar más. Tanto es así que los últimos experimentos neurocientíficos tienden a cuestionar lo que nos empeñamos en llamar decisiones conscientes, al enunciarnos que diez segundos antes de optar por una solución, las neuronas han decidido el tipo de resolución que vamos a tomar. Sin que nosotros lo sepamos. Algo parecido ocurre con nuestro sistema motor, que opta por un músculo de una mano u otra, cinco segundos antes de que lo activemos. Entonces tuve razón de inscribir en la camiseta de mi grupo en Facebook: «Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni le importa», le solté al neurocientífico británico John Dylan Haynes, reconocido mundialmente por sus pruebas de resonancia magnética e imagen aplicadas al estudio del inconsciente. «Tenías toda la razón del mundo», fue su respuesta. A la luz del peso exorbitante del inconsciente —tanto o más complejo que muchos procesos cognitivos considerados conscientes—, resulta que estamos más desarmados para enjuiciarnos a nosotros mismos de lo que pensábamos. Y no obstante, nos empeñamos en escudriñarnos sólo a nosotros mismos, en contemplar minuciosamente nuestros intestinos y decidir, a la luz de lo que no vemos, si somos buenos o malos, si estamos predeterminados al éxito o al fracaso, si expresamos empatía hacia el dolor de los demás o si, como los psicópatas, no tenemos sentimientos; sobre todo, no tenemos la comprensión de los sentimientos ajenos. ¿Tanto nos cuesta aceptar que estamos mejor preparados para enjuiciar a los demás, analizar el mundo de afuera y, particularmente, a la manada de la que formamos parte, que al significado del estallido de nuestras propias neuronas al que siempre llegamos tarde, a toro pasado? «¿Tú eres liberal o socialdemócrata, Eduardo?», me preguntó un gran amigo hace veinte años. «Eso lo sabréis los que sigáis vivos cuando mis átomos se hayan descohesionado.» Este libro parte de las reflexiones sobre algo fascinante: lo que les pasa a los demás por dentro —en modo alguno en las propias entrañas, como suele ser el caso—. Eso es lo que me pidió el XLSemanal, suplemento dominical del grupo Vocento, el más leído de todos los semanales. Durante unos tres años he hablado con los tristes y apesadumbrados para aprender lo que ellos no sabían: las causas del desamor y sus efectos; he conversado con los optimistas que no encontraban a su alrededor nadie lo suficientemente infeliz para cuestionar su futuro; he intentado sugerir a muchos que había vida antes de la muerte y que ahora podíamos, si no transformar el mundo, sí transformar con paciencia nuestro cerebro; multitud de almas en pena han constatado conmigo que la felicidad es la ausencia del miedo, al igual que la belleza es la ausencia del dolor. ¿Sabía el lector por qué el nivel de fluctuaciones asimétricas de una cara con relación al promedio explica mejor que unos labios gruesos o unas caderas anchas la seducción irresistible? ¿Será posible que no sepamos todavía cómo funcionan los mecanismos de aprendizaje de los demás? Cuanto más lo pienso más me reafirmo en la convicción de que la pregunta más obvia, la que nos deberíamos haber hecho hace decenas de miles de años para sobrevivir, es la de saber qué les pasa a los demás por dentro. Me paran en la calle, escucho su discurso disonante relativo a por qué son como son sin serlo y me quedo fascinado de que me regalen otra ocasión de profundizar por qué sus neuronas no les hacen caso. Creyeron primero que los dogmas, aunque exigieran sacrificios humanos, podían explicarlo todo. Después descubrieron que el alma estaba en el cerebro pero que guardaba celosamente todos sus secretos. Por último, ahora están, con razón, a la espera de que las resonancias magnéticas, clarificadoras de las huellas dejadas en el cerebro por la expresión de sus genes y la experiencia individual, les cuenten la verdad: ¿cómo se toma una decisión, realmente?, ¿qué canales utilizamos para almacenar los recuerdos en la memoria a largo plazo?, ¿de qué manera gestionamos nuestras emociones básicas y universales?, ¿planificamos los treinta años de vida redundante que nos regala el alargamiento de la esperanza de vida?, y, sobre todo, ¿por qué van a disminuir contra toda evidencia los índices de violencia en el planeta y aumentar los de altruismo? Cuando haya concluido la lectura de este libro, al lector se le habrán sugerido nuevos caminos que, muy probablemente, le induzcan a cambiar de opinión y de vida. Sabrá explorar mejor las grandes incertidumbres que supuestamente le acosan. ¿Cuáles son esos caminos? Primero, que estamos programados, es cierto, genética y cerebralmente, pero programados para ser únicos, porque nos habíamos olvidado del impacto neuronal de la experiencia individual. Podemos transformar nuestro cerebro. Segundo, que la felicidad está en la sala de espera de la felicidad y que no debiéramos, por lo tanto, menospreciar el bienestar escondido en los a menudo largos itinerarios que conducen a ella. Tercero, que si la felicidad es también la ausencia del miedo, tan verdad es que la belleza es la ausencia del dolor; lo que delata un rostro o un acontecimiento bello es que el metabolismo de aquel organismo o estructura funciona adecuadamente, de acuerdo con las leyes físicas de la simetría. La gente de la calle queda sorprendida y agradablemente reconocida cuando juntos intuimos algo que no debiéramos haber olvidado nunca: hay vida antes de la muerte, y parecería lógico que este pensamiento fuera el que presidiera sus acciones, en lugar de seguir escrutando sólo si hay vida, únicamente, después de la muerte. Quinto, que el cerebro, lejos de buscar la verdad, lo que quiere es sobrevivir; de ahí que cualquier disonancia con lo establecido genere su repulsa inicial. Enfrentado a una opinión distinta no sólo la repudia sino que se inhibe para ni siquiera considerarla. Lo contrario le obligaría a reconsiderar todo su planteamiento defensivo.

El Elemento Ken Robinson


todas aquellas personas cuyas historias iluminan este libro. Muchas de ellas dedicaron horas valiosas de sus ajetreadas vidas a hablar, libre y apasionadamente, sobre las experiencias e ideas que forman el núcleo de El Elemento. Muchas más me enviaron cartas y e-mails conmovedores. Sus historias muestran que los temas de este libro ocupan el centro de nuestra vida. Quiero dar las gracias a todas ellas.

El universo en un solo átomo Dalai Lama



Su Santidad el Dalai Lama expone su visión de la ciencia y de la fe con una única intención: aliviar el sufrimiento humano. Mediante el estudio científico, que nunca ha abandonado, y el llamamiento a la práctica religiosa, el Dalai Lama explora muchos de los grandes y eternos debates y realiza asombrosas conexiones entre algunas cuestiones aparentemente dispares, como la evolución o el karma, llamadas a cambiar nuestra forma de percibir el mundo. Considera que la ciencia y la fe, cuyo antagonismo se encuentra en el origen del conflicto humano desde hace siglos, son «distintos enfoques de la investigación, que se complementan con un objetivo compartido, que es la búsqueda de la verdad». E n El universo en un solo átomo, el Dalai Lama nos desafía a que comprobemos que los beneficios de abrir nuestro corazón y nuestra mente a las conexiones entre ciencia y fe son preferibles a perpetuar la fractura, más retórica que otra cosa, que a menudo los envuelve y rodea. Considera que esta aclaración es la clave para conseguir la paz, no sólo en nuestro interior sino también en todo el mundo. Ahora que nos enfrentamos a tiempos tan difíciles, los extraordinarios pensamientos de este hombre, sus sabias palabras, adquieren una dimensión nueva y urgente. Ello proporciona a este luminoso libro su actualidad y su necesidad.

Tras la virtud Alasdair MacIntyre

Este libro se ha convertido en un clásico de la filosofía moral contemporánea por dos razones: de un lado, porque hace un diagnóstico brillante de la moral de nuestro tiempo y, de otro, porque fue pionero de una línea de pensamiento moral y político que no ha dejado de crecer desde su publicación: el comunitarismo. El estilo filosófico de Alasdair MacIntyre es el de un provocador que critica tanto los sistemas morales de los filósofos modernos como los límites convencionales de las disciplinas académicas. Aunque el diagnóstico que hace de la moral en las postrimerías del siglo XX es desalentador, sostiene que aún es posible una ética de las virtudes, pero sólo con una condición: que renunciemos a hacerla universal. Para el profesor MacIntyre, lo que hoy hay que buscar son nuevas formas de comunidad que configuren determinados modelos de persona y nos permitan hablar de virtudes, es decir de la excelencia de tales modelos: «Sólo así se podrá construir una moral realmente capaz de movilizar a los individuos de nuestras atomizadas sociedades actuales en torno a un proyecto común

jueves, 1 de agosto de 2013

Hiromi shinya La enzima prodigiosa

Hiromi shinya La enzima prodigiosa
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De acuerdo con el doctor Hiromi Shinya «tu cuerpo está diseñado para curarse a sí mismo»; la dieta que él propone ha curado a miles de pacientes sin recaídas. Cualquier persona, con independencia de su predisposición genética, puede ayudar a su cuerpo a evitar enfermedades cardiacas, obesidad, fibromas, estreñimiento, síndrome de colon irritable, enfermedad de Crohn, apnea del sueño y enfermedades autoinmunes. La clave está en el factor enzimático. Las enzimas son proteínas complejas que permiten el desarrollo de todas las funciones celulares.PARA los gastroenterólogos y cirujanos en el mundo entero, el doctor Hiromi Shinya no necesita presentación. Es ampliamente reconocido como pionero de la cirugía colonoscópica (impulsor de la técnica —que de hecho lleva su nombre— y diseñador del instrumento utilizado para la misma) y uno de los médicos más importantes en su especialidad. El doctor Shinya ha practicado regularmente la medicina durante más de cuatro décadas y atendido a presidentes, primeros ministros, estrellas de cine, músicos y muchísimos pacientes más. De hecho, ha examinado los estómagos e intestinos de más de 300.000 personas. En la actualidad es profesor clínico de cirugía en el Colegio de Medicina Albert Einstein en Nueva York y jefe de la unidad de endoscopia quirúrgica del Centro Médico Beth Israel. A través de su vasta experiencia con cientos de miles de pacientes, algunos de los cuales ha seguido durante toda su vida, el doctor Shinya desarrolló y probó clínicamente un tratamiento basado en la generación corporal de una enzima vital a la cual ha llamado la «enzima prodigiosa». Esta enzima, asegura, es la clave para una vida larga y saludable. Su objetivo al escribir La enzima prodigiosa es explicar el funcionamiento de esta enzima y por qué es tan importante para la salud de los seres humanos. El doctor Shinya ve esta publicación como la culminación del trabajo de su vida, compartiendo sus descubrimientos con millones de personas a quienes nunca tendrá la oportunidad de tratar personalmente. En este libro describe un estilo de vida que garantiza una mejor salud y explica por qué dichas prácticas son tan poderosas. Nacido en Japón, practica la medicina la mitad del año en Tokio; el doctor Shinya conjunta las perspectivas oriental y occidental de la medicina a su trabajo aplicado a la salud del ser humano. Primero escribió este libro en japonés. La versión japonesa ha sido una sensación. Se vendieron más de dos millones de ejemplares en los primeros meses de su publicación. Esta editorial se honra en presentar La enzima prodigiosa en castellano. Deseamos, con el doctor Hiromi Shinya, que este libro te guíe hacia un estilo de vida feliz y saludable.

Mario Livio Es dios un matematico

Mario Livio Es dios un matematico
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Cuando uno trabaja en cosmología (el estudio del cosmos en su conjunto), el pan nuestro de cada día es recibir semanalmente alguna carta, correo electrónico o fax de una persona (que suele ser invariablemente hombre) que pretende describirte su visión del universo. El mayor error que se puede cometer es responder educadamente que te gustaría saber algo más acerca de ello. El resultado inmediato es un aluvión de mensajes. ¿Hay alguna forma de impedir este asalto? Según mi experiencia, una táctica que funciona de forma bastante eficaz (aparte de la descortesía de no responder en absoluto) es señalar la siguiente realidad: que, mientras la teoría no esté formulada con precisión en el lenguaje de la matemática, no es posible evaluar su relevancia. Esta respuesta basta para disuadir a casi todos los cosmólogos aficionados. El hecho es que, sin la matemática, los cosmólogos modernos no podrían haber dado siquiera el primer paso en su intento de comprensión de las leyes de la naturaleza. La matemática proporciona unos sólidos cimientos que sostienen cualquier teoría del universo. Esto puede parecer trivial hasta que uno toma conciencia de que la propia naturaleza de la matemática no está del todo clara. En palabras del filósofo británico Michael Dummett (1925-2011): «Las dos disciplinas intelectuales más abstractas, la filosofía y la matemática, provocan la misma perplejidad: ¿cuál es su objeto? Esta perplejidad no surge únicamente de la ignorancia: los mismos profesionales de estas materias tienen dificultades para dar respuesta a esa pregunta». Mi humilde propósito en este libro es aclarar algunos de los aspectos de la esencia de la matemática y, sobre todo, la naturaleza de la relación entre la matemática y el mundo tal como lo observamos. No es mi intención elaborar una historia exhaustiva de la matemática, sino más bien seguir cronológicamente la evolución de algunos conceptos que influyen directamente en la comprensión del rol de la matemática en nuestra noción del cosmos.

Eduardo Punset el viaje al poder de la mente

Eduardo Punset el viaje al poder de la mente
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Este libro es el relato anticipado de una travesía heroica que va desde una tierra poblada con personajes angustiados por tener que depredar a los demás para sobrevivir, hasta un escenario en el que los humanos han logrado vivir del aire, utilizando fuentes inagotables de energía como el agua y la luz del sol. La proeza pudo iniciarse hace unos dos mil millones de años gracias a unos microbios que tenían el secreto del futuro. Aquel secreto se lo desvelaron a las plantas primero, a algunos animales después y, finalmente, a los humanos recién llegados al planeta. El relato lo había iniciado hace más de seis años, convencido de que la búsqueda de la felicidad, el instinto de fusión representado por el amor y el ejercicio del poder darían debida cuenta de lo que son los humanos por dentro. Así concebí la trilogía compuesta por El viaje a la felicidad, primero; El viaje al amor, después, y ahora El viaje al poder de la mente. ¿Por qué —se preguntarán algunos de mis lectores— ese viaje íntimo al poder de la mente? Sencillamente, a medida que hurgaba en el corazón de la gente para analizar lo que les pasaba por dentro, lo que ocurría en su interior, constaté que el verdadero y único poder residía en la mente. El ejercicio del poder se inició hace unos cien mil años, cuando alguien pudo intuir, por primera vez, lo que estaba cavilando la mente de su vecino. Sólo entonces se le pudo ayudar o manipular mediante el ejercicio del poder. Lo que se ha llamado mucho más tarde el poder organizado —nacido para velar por el primer excedente económico generado hace diez mil años por las primeras sociedades agrarias—, pudo ser tiránico, pero constituía una nimiedad comparado con el verdadero poder que dimanaba de la mente de los individuos. Realmente, no hay nada más enigmático, más fascinante y de lo que tanto dependa como descubrir los mecanismos de la conducta cotidiana de la gente. ¿Cómo han podido millones y millones de personas vivir, enamorarse, querer, trabajar como locos, cuidar a sus hijos…, sin saber, de verdad, lo que les pasaba por dentro, cómo funcionaba su mente? ¿Cuál es la conclusión de este largo recorrido? Un itinerario plagado unas veces de madrugadas alumbradas por el reflejo de la nieve en los Pirineos y, en otras ocasiones, marcadas por el sol ardiente rebotando en la plaza de la iglesia, o la melancolía de las barcas varadas en la playa repleta de hojas que van al mar en otoño. No hay más que una conclusión: aunque no lo he advertido hasta ahora, debí haberlo captado en la evolución de un grupo de primates casi tan exitosos como nosotros los humanos, los macacos rhesus, que no luchan por nada que no sea el «Poder» con mayúsculas; el poder les permite conseguir todo lo que desean. Se nos repite desde pequeños que tendríamos que aprender de nuestros propios errores, pero ¿cómo vamos a aprender de nuestras equivocaciones si no admitimos nunca, o rara vez, que nos hemos equivocado? Ahora resulta que el cerebro enfrentado a un discurso disonante puede bloquear hasta inhibirlos a determinados circuitos cerebrales «para que no molesten». No sabíamos cómo funcionan nuestros mecanismos de decisión. Ignorábamos lo que nos mueve por dentro. De lo que antecede se deducen unas sugerencias comprobadas recientemente por la ciencia. Decidimos en función de lo que creemos y no de lo que vemos. Al contrario que los primates sociales más evolucionados, no queremos cambiar de opinión ni que nos maten. No sólo somos incapaces de predecir, sino que tendemos a imaginar el futuro calcando el pasado. No hemos querido aceptar que las intuiciones son una fuente de conocimiento tan válida como la razón. No obstante, la especie humana ha sobrevivido: ha sido gracias a dosis exageradas de optimismo y a la vigencia de unos principios morales innatos que han precedido a las propias religiones. Distintas conexiones cerebrales en los humanos les llevan a unos a fiarse de las emociones a la hora de decidir, y a otros a comulgar con los imperativos legales o técnicos al uso. Por último —ésta es la única y revolucionaria garantía del futuro que viene—, se ha comprobado que hay vida antes de la muerte. Por encima de todo, le sugiero al lector, en las páginas que siguen, cómo apearse de las convicciones inamovibles, porque sin cambiar de opinión no podrá adaptarse al destino que las innovaciones tecnológicas ya han cambiado.

Eduardo punset El alma esta en el cerebro


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Los domingos por la tarde en la década de 1940 —cuando yo tenía 10 años—, mi padre solía llevarme a la clínica psiquiátrica enclavada en el municipio de Vilaseca de Solcina, gestionada por la Diputación de la provincia de Tarragona. En el manicomio —como se los llamaba entonces—, mi padre cuidaba de las enfermedades ordinarias de los pacientes. De los trastornos mentales, se cuidaban otros. Inyecciones de trementina y camisas de fuerza para inmovilizar a los pacientes excitados en exceso, mientras que el resto hacía largas colas para someterse a los electroshocks. Eran las últimas terapias que se aplicaban a aquellos cerebros desquiciados. Cada vez que, sesenta años más tarde, conversaba con los neurólogos, los fisiólogos, los psicólogos, los médicos y los estudiosos del cerebro para reconstruir este libro, revivía aquellos recuerdos de la infancia. La mayoría de aquellos enfermos no sabían de dónde venían, dónde estaban ni a dónde iban. Desde entonces el camino recorrido por la neurociencia no tiene parangón en ninguna otra disciplina. Mi intención al escribir El alma está en el cerebro era, justamente, que mis lectores compartieran conmigo los descubrimientos fascinantes sobre el funcionamiento de este artilugio que llevamos dentro. Como dice el fisiólogo y neurólogo Rodolfo Llinás, los moluscos llevan el esqueleto por fuera y la carne por dentro, mientras que nosotros llevamos la carne fuera y el esqueleto dentro —con el cerebro bien a oscuras recibiendo señales codificadas del mundo exterior—. E instrucciones improbables para sobrevivir. En Vilaseca ya se sabía entonces que los malos espíritus no eran los responsables —lo siguen siendo en una buena parte del planeta— de los desmanes mentales. Ya no se los exorcizaba. Sabíamos que el mal estaba en el propio cerebro. Que la ansiedad, el estrés, la depresión, la esquizofrenia y hasta la epilepsia eran indicios claros de que el cerebro no funcionaba bien. Durante mucho tiempo de poco sirvió este descubrimiento revolucionario cuyos detalles el lector tendrá oportunidad de ir deshilvanando en las páginas de este libro. ¡Conocíamos tan poco sobre los mecanismos del cerebro encerrado dentro del cuerpo! Cuando se supo que el alma estaba en el cerebro, se descubrieron las bases de la neurobiología moderna: que funcionamos con un cerebro integrado, que guarda lo esencial de nuestros antepasados los reptiles y los primeros mamíferos, junto a la membrana avasalladora del cerebro de los homínidos, y que están integrados pero no revueltos; es decir, que las comunicaciones entre ellos no son necesariamente fluidas y seguras. Gracias a las nuevas tecnologías de resonancia magnética y otras hemos aprendido a identificar dónde fallan esas señales cerebrales y ahora podemos descubrir cómo funciona un cerebro locamente enamorado o las partes que permanecen inhibidas en la persona incapaz de ponerse en el lugar del otro, como les ocurre a los psicópatas. Si muchos de los enfermos del manicomio de Vilaseca no hubieran muerto, ahora vivirían sin tanto sufrimiento y, tal vez, hasta disfrutarían de horas de sosiego leyendo las páginas de El alma está en el cerebro.

sábado, 29 de junio de 2013

Los dioses del eden William Bramley



Los dioses del eden  William Bramley
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Vale la pena haber gastado quince años en realizar una aventura de traducir al castellano un libro como “Los Dioses del Eden”. La aventura comienza por diversos accidentes como, la aparición del texto en la biblioteca de un amigo, quien lo adquirió de un amigo en Tampa, Florida. Lo abrí curioseando y observando el índice y resolví pedirlo prestado porque el contenido según el título era de proporciones bíblicas. Acompañado de diccionarios hice la primera lectura del inglés al castellano y luego el primer intento de traducción y ahí comenzaron los problemas. El amigo propietario me pidió su devolución y se lo devolví contando con adquirirlo escribiendo a la dirección mencionada al final del libro, y cuál no sería mi sorpresa al recibir la respuesta de alguien que atendió telefónicamente diciendo que allí, en esa dirección, no había habitado persona ni empresa alguna. Acostumbrado a la táctica de algunos gobernantes de comprar toda la edición de aquellos libros inconvenientes y quemarlos como en Alejandría, acudí a bibliotecas famosas como la británica y tampoco existía, cuando por intermedio de mi hijo Carlos encontré un solo ejemplar en la Universidad de Tampa y me conformé con ordenar una copia fotostática. Aquí no termina la aventura. Al comenzar la traducción me di a la tarea simultánea de buscar al autor para solicitar su autorización y hoy 14 años después el amigo William Bramley no aparece. Además, en dos ocasiones durante la traducción se borraron los archivos del disco duro después de haber llegado al capítulo de Mahoma. En vista de estos accidentes resolví utilizar una máquina de escribir marca Olimpia la cual rompió en tres ocasiones la correa de goma y finalmente no pude encontrar repuesto. Acudí a una portátil Mundial modelo 1952 y así terminé el borrador de la traducción en el año 1996 y me senté a esperar a Will hasta que resolví conceder a un grupo de amigos la “autorización” para, en forma gratuita, presenten el contenido de uno de los libros más importantes para la comprensión del ser humano. “Yo nunca he creído en brujas pero de que vuelan, vuelan.”

Martin Bofman Todo se puede curar


Martin Bofman Todo se puede curar
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La sociedad actual suele considerar al proceso de la sanación como algo extraordinario y misterioso, accesible solo a los chamanes y a quienes poseen "dones" especiales o contacto directo con Dios, cuando en realidad todos tenemos esos dones y todos somos sanadores. Todo se puede curar nos presenta a la curación o sanación como una técnica de la conciencia, como un conjunto de herramientas accesibles a cualquiera que desee aprender el proceso. La presente es una obra técnica, un manual sobre el funcionamiento y el proceso de sanación, que incluye los principios y los conceptos que constituyen el sistema Cuerpo-Espejo. Su lectura y su estudio te ayudarán a conocerte mejor y te enseñara como curarte a ti mismo y a los demás